Hace ya bastante tiempo que tenemos intención de ir presentándoos el resto de aves que componen nuestro aviario, pero queríamos iniciar la serie de presentaciones por nuestros agapornis, y ahora, por fin, le toca el turno a las ninfas o “carolinas”. ¿No os parece curioso el nombre?, a mí sí, por muchos motivos...
Esta pareja que os mostramos es la primera que llegó al aviario, se trata de una pareja de ninfas ancestrales, en la que podemos ver perfectamente el dimorfismo sexual que existe, es decir la diferencia entre el macho y la hembra, al contrario que con los agapornis donde no existen diferencias “visibles”, en las ninfas estas diferencias son bastantes evidentes en muchas de las mutaciones. En el caso de las ancestrales sólo tenemos que fijarnos en las fotos de esta pareja para darnos cuenta...
El macho:
La hembra:
Son bastante claras las diferencias ¿verdad?, por si no os habéis dado cuenta os dejo algunas pistas...el color de la máscara de la cara...el color de la cola...la cresta...
Pues bien, como os contábamos esta es la primera de nuestras parejas, la compramos en Tarragona, a un amigo (José Antonio) que se dedica a la venta de todo tipo de aves entre particulares. Cuando la compramos nos aseguró que se trataba de una pareja ancestral perfecta, pájaros jóvenes de unos siete meses de edad y que comenzaban estar casi listos para la cría. A pesar de no haber visto las aves nos ilusionamos bastante con la idea de la llegada de unos nuevos inquilinos para el aviario, así que, aprovechando un viaje de Román (mi cuñado y un buen “pájaro” del que otro día os hablaré) a Tarragona, la pareja se vino para casa.
Inicialmente la instalamos en la pajarera junto con los agapornis que al verlas de mayor tamaño no se metían mucho con ellas, sin embargo tampoco se dejaban intimidar por su tamaño y de vez en cuando se producía alguna trifurca que siempre acababa con las ninfas huyendo, pero dentro de lo que cabe se toleraban. Es curioso pero una de las cosas que más no llama la atención de las ninfas es la cantidad de tiempo que pasan en el suelo, cuando están tranquilas pasan largos periodos en el suelo de la pajarera buscando comida o simplemente “andando” o descansando… Fueron varias las veces en que pudimos observar como el macho pisaba la hembra, por lo que decidimos colocarles un nido acorde para ellas, sin embargo enseguida los agapornis se hicieron con él y no dejaban acercarse a las ninfas, así que al final decidimos construir una nueva jaula sólo para las ninfas y las cambiamos allí junto con la recién adquirida segunda pareja…
A pesar de haber visto como el macho la cortejaba e incluso copulaban nunca han llegado a poner huevos, pensamos que por que la otra pareja ejercía una fuerte dominancia sobre ellas, así que ahora hemos situado a cada pareja en jaulas independientes y esperamos que este cambio surta un buen efecto y ambas parejas comiencen a criar de forma regular.
Ahora sólo es cuestión de paciencia…
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